jueves, 30 de septiembre de 2010

Un día feliz...


... el de ayer con Denisse, a pesar de mi dolorís de espaldís (cuán bobo desliz)... y hoy se fue a ver a Kiss.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Una de Saramago


No soy en absoluto uno de esos adoradores a ultranza de José Saramago, pero las siguientes palabras, con su dejo borgiano, las suscribo totalmente: "Antes del interés por la escritura, hay otro: el interés por la lectura. Mal van las cosas cuando sólo se piensa en lo primero, si antes no se ha consolidado el gusto por lo segundo. Nadie escribe sin leer".

martes, 28 de septiembre de 2010

Homenaje en Radio Educación


Rodrigo de Oyarzábal me invitó a su programa de los martes, a las once de la noche, en Radio Educación, a fin de hablar acerca de mi hermano, Sergio García. También estuvo como invitado el cantautor rupestre Rafael Catana y como conductora fungió Gabriela Sosa. Fue sólo una hora y el tiempo no alcanzó para que charláramos todo lo que hubiésemos querido charlar, pero aun así la emisión resultó muy emotiva y cálida, llena de recuerdos y opiniones sobre mi hermano, el superochero. Espero que Rodrigo me pase una copia para subirla aquí como podcast en cuanto la tenga. Seguramente, los homenajes para Sergio seguirán. Muchas gracias a De Oyarzábal, a su esposa, a Gaby Sosa y a Catana por tan grata noche.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Revisión médica


Después de tres años, volví a acudir a un médico para realizarme un chequeo general. Al mediodía fui a Médica Vrim, en el World Trade Center. La doctora que me atendió (muy amable) me pidió algunos análisis que me realizaré la semana próxima y lo único malo que me detectó fue que tengo la presión alta. Me dejó de tarea checarme la misma unas tres o cuatro veces en lo que vuelvo a verla, dentro de unos diez o quince días. Espero estar bien. Lo que me sigue molestando es un dolorcito muscular en la espalda, muy posiblemente producto del stress de todos estos días.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Un toke de Sergio García*


Sergio García (1945-2010) empezó a hacer cine desde adolescente, si podemos llamar cine a las historietas que dibujaba en cuadernos y que resultaban verdaderas películas de acción. Yo era diez años menor que él, pero me encantaba tomar aquellos cuadernos a escondidas y regodearme con su lectura y sus batallas aéreas o sus tramas de westerns, además de su cáustico sentido del humor.
Sus primeras incursiones en el verdadero cine se dieron cuando a finales de los sesenta llegó a sus manos una cámara de 8mm y comenzó a filmar lo que se le pusiera enfrente. Al ver que tenía facilidad para aquello, se le ocurrió que podría llevar a la realidad sus sueños y convertirse en cineasta. Para entonces ya estaba casado y con su esposa Guadalupe y varios amigos formó el grupo cultural Liberación. Acababa de pasar el movimiento estudiantil de 1968 y las reuniones “en la casa de Sergio y Lupe”, en el pueblo de Tlalpan, se volvieron legendarias. Solían invitar a escritores, teatreros, cineastas, sacerdotes progresistas, con el fin de intercambiar puntos de vista. José Agustín, Alejandro Jodorowsky y el obispo Sergio Méndez Arceo convivieron con ellos.
Aquellas reuniones tenían cierto aire clandestino, pues dado el ambiente de la época no podían ser abiertas. Fue de las mismas que surgió la idea de filmar un cortometraje en 8 mm. De ese modo, mi hermano dirigió su primera película, El fin, en 1970. La historia narraba las vicisitudes de una pareja jipiteca que vivía la más bucólica de las existencias, hasta que aparecían las fuerzas del orden (representadas por un sacerdote, un empresario, un soldado y un charro) para perseguir a los amantes, separarlos, capturar al hippie y transformarlo en una persona decente, de traje, con el cabello corto, un trabajo, un automóvil y al que enseñaban a tomar Coca-Cola. Un estudiante que atestiguaba con desesperanza todo ese proceso de alienación era finalmente victimado por el militar, mientras aparecían imágenes de la matanza de Tlatelolco. La cinta era muda, acompañada de música de los Doors (“The End”, claro) y los Rolling Stones. Mi orgullo era, a los quince años, haber participado en la musicalización del filme.
El fin ganó un premio en el concurso “Luis Buñuel” de cine independiente. Gracias a dicho concurso, Sergio García conoció a otros cineastas que hacían sus pininos en 8mm. Gente como David Celestinos, Gabriel Retes o Alfredo Gurrola se volvieron amigos suyos y empezaron a realizar festivales de cine en aquel formato. Para entonces, el grupo Liberación se había transformado en el Taller Experimental de Cine Independiente y de ahí surgieron nuevas realizaciones de García, como Eran tres (1972), El psiquiatra (1973, con Alfonso Arau y una canción mía como tema musical), Ah verdá! (1974, una de mis dos favoritas dentro de la obra de Sergio, por su propuesta anarquista) y Próximamente en esta sala (1975, estelarizada por Ofelia Medina.
Hubo otra película que nadie menciona, porque el propio Sergio prefirió guardarla, casi ocultarla, por un prurito ideológico. Se trata de Qué tiempos aquellos (1973, mi otra favorita), con un elenco múltiple que incluía a Enrique Guzmán, los actores Juan Ferrara y Alfonso Arau y las actrices Ofelia Medina, Rosita Bouchot, Patricia Aspíllaga, Tamara Garina y Tina French. Era la historia de Jesucristo contada desde un punto de vista en extremo irreverente. El asunto era que al final aquel Jesús sui generis que en sus juventudes fumaba mota, se convertía en un dictador barbudo, físicamente muy parecido a Fidel Castro. Esto hizo dudar a Sergio, quien siempre simpatizó con la revolución cubana y sus líderes, y prefirió enlatar la cinta. Jamás quiso transferirla de Super 8 a video y DVD, como sí hizo con la mayor parte de su obra, lo cual es una lástima.
La película más conocida de Sergio García, su clásica por excelencia, es sin duda Un toke de roc (1988), otra propuesta anarquista del corte de Ah verdá!. Un toke de roc movió su temática fílmica como realizador hacia el rock que se hacía en México, especialmente el de la periferia urbana del Distrito Federal. De ahí se derivaron filmes con bandas como El Tri y las Ultrasónicas o solistas como Jaime López, Cecilia Toussaint y Rockdrigo González, entre varios más.
Con frecuencia se habla de Avándaro como una de las cintas emblemáticas de Sergio García y aquí habría que terminar con un mito (y que mi hermano me perdone donde quiera que esté). En realidad, Sergio jamás estuvo en ese festival y el material que se filmó es de Alfredo Gurrola. García lo editó, le dio forma, le puso música (las tomas eran mudas) y lo convirtió en un documental de culto. Pero no captó con su cámara una sola escena del mismo.
Sergio García Michel (se había agregado nuestro apellido materno a últimas fechas) falleció el pasado 15 de septiembre. Dejó una película inconclusa, paradójicamente llamada El principio del fin. Fue tal vez su último golpe de ironía antes de dejarnos.

*Texto publicado ayer sábado en el suplemento cultural Laberinto de Milenio Diario.

sábado, 25 de septiembre de 2010

¡Ave, (Julio) César (Godoy)!*


La graciosa huida del hoy ya diputado Julio César Godoy y su jocosa toma de protesta que nos recuerda a la del presidente Calderón, dada la manera sigilosa y clandestina como ambos michoacanos ingresaron al Palacio Legislativo de San Lázaro luego de burlar el cerco que se los quería impedir (en el caso de Calderón, de lopezobradoristas; en el de Godoy, de agentes de la Policía Federal), nos hace ver que la política mexicana no pierde su chispa y su capacidad para sorprendernos siempre con nuevas puntadas. Ya lo de la conferencia de prensa de Julio César (con su declaración –una clásica instantánea– sobre las acusaciones “tontas y pendejas” que se le hacen) fue como la cereza del pastel. ¡Bienvenido a la Cámara, Julito! ¡Bienvenida la diversión!

* * * * *

Alonso Lujambio había anunciado una mega sorpresa para la noche del Grito, algo que se iba a recordar por generaciones, y nomás… nada. A menos que se hubiera referido a la inenarrable estatua del Coloso o a la presencia de Maldita Vecindad en uno de los foros musicales de Reforma (¿pues no que Roco y sus malditos eran fans del gobierno legítimo de don Andrés Manuel y enemigos de los “espurios”?). Bueno, igual la sorpresa fue que el secre de Educación Pública demostró que no se sabe completo el Himno Nacional, tal como se vio durante la sesión solemne en el Congreso por el centenario de la Universidad Nacional. Ya ni el Coque Muñiz o la tal Jenni Rivera.

* * * * *

Desde aquí un recuerdo para mi hermano Sergio García Michel, cineasta independiente y marginal por convicción, quien se nos fue hace unos días de este mundo y de este México que ya no le gustaban y a los que siguió cuestionando con sus películas hasta el último aliento. Consecuente consigo mismo, muchas veces al extremo, fue mi singular maestro de vida y por quién amé a la música, la literatura, el cine, las mujeres. La UNAM resguardará su obra y eso me tranquiliza. Te voy a extrañar un chingo, pinche Sergio, mon frere aîné, mon frere aimé.

*Publicado el día de hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.

viernes, 24 de septiembre de 2010

La muerte de las moscas


Tuve miedo cuando en otoño, después de las primeras heladas, venían las moscas a las habitaciones y todavía se reanimaban con el calor. Estaban muy aturdidas y se asustaban de su propio zumbido; se veía que ni ellas sabían ya lo que hacían. Permanecían inmóviles durante horas y se dejaban estar, hasta que caían en la cuenta de que vivían aún; entonces se arrojaban de modo ciego a cualquier parte y no comprendían lo que querían y se les oía volver a caer más lejos, en un sitio y en otro, y por fin se arrastraban por todas partes y cubrían lentamente con su muerte a toda la habitación.

Rainer María Rilke, Los cuadernos de Malte Laurids Brigge.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Todos los días llegan


Leo en esa gran novela que es Noticias del Imperio, de Fernando del Paso, el siguiente fragmento, ficticiamente escrito por la antigua emperatriz Carlota: "Cuando me pongo a recordar todo eso, Maximiliano, me parece mentira que hayan pasado tantos años y que hayan llegado y se hayan ido todos esos días que parecía que nunca iban a llegar. Porque, ¿sabes otra cosa, Maximiliano? Todos los días llegan alguna vez, aunque no lo creas y aunque no lo quieras y por más lejanos que parezcan. El día en que cumples dieciocho años y tienes tu primer baile. El día en que te casas y eres feliz. Y cuando llega el último día, el día de tu muerte, todos los días de tu vida se vuelven uno solo y resulta entonces que tú, que todos, hemos estado muertos desde siempre".
Es un párrafo impresionante por su contundente verdad. Todos los días llegan. Inexorablemente. Uno mira hacia el futuro y hay días que parecen tan lejanos, tan remotos, que el tiempo se vuelve enorme, hasta que de pronto esos días llegan: el día de un viaje, el día de un concierto, el día de un compromiso, el día del fallecimiento de algún ser querido o el día de la propia muerte. Hacia el pasado, en cambio, el tiempo se vuelve muy corto, excesivamente breve y, en efecto, todos los días se vuelven uno solo.
Todos los días llegan. Todos los días tienen que llegar... y lo hacen siempre.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Homenaje en la Cineteca Nacional


Hoy por la tarde se llevó a cabo, en la Cineteca Nacional, un homenaje a mi hermano, Sergio García. Fue en la sala 3 y se proyectó la película El cantar de los cantores, dirigida por el propio Sergio. Había más o menos media sala llena y antes de la proyección hubo algunas palabras de remembranza, pronunciadas por la actriz Tina French, los cantautores Armando Rosas y Armando Palomas, mi sobrina Viridiana (hija de Sergio) y yo mismo. Me costó trabajo hablar porque la voz estuvo a punto de quebrárseme un par de veces, pero debía hacerlo. Fue muy emotivo, sóbre todo por lo que dijo mi conmovida sobrina. Luego vino la proyección de la peli (originalmente estaba programado que Sergio estuviera ahí, pero su sorpresivo deceso lo trastocó todo y una función normal de un ciclo se convirtió en inesperado tributo al realizador ausente). Al final hubo una gran ovación y mucha gente se acercó a abrazarnos y darnos palabras de consuelo. Denisse estuvo todo el tiempo a mi lado. Al final, ella se fue a su casa y yo me regresé en un taxi que compartí con Jennifer Boles, una universitaria estadounidense que está realizando su tesis (por medio de un documental) precisamente sobre Sergio, con quien llevaba trabajando desde enero y que ahora lo tendrá que terminar de otra manera, aunque me dijo que lo va a continuar. Me quedé en mi departamento y Jennifer se siguió en el taxi hacia la colonia Condesa, donde está viviendo. Fue un día triste, pero al final muy emotivo y bello.

martes, 21 de septiembre de 2010

Sin radio


Sé que el programa de radio, por las más diversas razones, lleva cerca de un mes de no salir al aire. Pero hoy menos que nunca tenía ánimos de hacerlo. Tuve que cancelarlo. Prometo hacer uno dedicado a mi hermano Sergio. Quizás el siguiente martes. Por ahora, no podría.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Sergio (II)


En la madrugada llegaron Viridiana y Enrique Alejandro, los hijos de Sergio, desde San Luis Potosí y Guanajuato, respectivamente. Con ellos venía Guadalupe, su mamá, y la única esposa que mi hermano tuvo en su vida. Fue un momento muy doloroso para todos. Ahí seguimos los pocos que estábamos, hasta que amaneció.
  A las nueve de la mañana fui con Myrna a ver a mi mamá a su casa y me tocó darle la terrible noticia. Sobra decir cuál fue su reacción. Intentamos tranquilizarla y lo logramos hasta donde era posible. Se bañó y se arregló. Ivette llegó y juntos nos dirigimos al velatorio, donde se produjo otro momento muy duro, pues mi mamá quería ver el cuerpo, pero no fue posible que se abriera el féretro.     A lo largo del día fue llegando ahora sí más gente; tal vez no toda la que Sergio merecía, pero sí la suficiente como para llenar el lugar de amor y melancolía. Amigos, parientes, gente de prensa. Ahí estaba Eduardo Talavera, su gran amigo desde la infancia, quien al enterarse del deceso, abordó en seguida un autobús en San Cristobal de las Casas, donde vive desde hace muchos años, y viajó cerca de veinte horas para estar cerca de su hermano. También estaban varias de las amigas de Sergio, desde las que lo conocieron en los años setenta hasta algunas de las que viajaron con él a Chiapas la semana pasada. Enrique Alejandro quiso celebrar una especie de ritual budista en honor de su padre y fue un momento muy emotivo, a pesar de que mi mamá, desde su catolicismo a ultranza, no comprendía el por qué de la ceremonia.
Denisse llegó pasadas las tres de la tarde y fue para mí una gran compañía. Su apoyo incondicional y tan lleno de amor resultó invaluable. Ayer también vino, para estar a mi lado varias horas. Es maravillosa.
  Cerca de las cinco de la tarde, se llevaron el ataúd para la cremación. Sólo una parte de los presentes acudió. Yo preferí no hacerlo y regresé a casa, acompañado por Denisse, quien permaneció conmigo hasta la noche.
  Sergio es ahora un recuerdo, un sin fin de imágenes y sentimientos que se agolpan en mi mente y en mi corazón y que tendré que ir ordenando poco a poco. Pronto me reuniré con sus hijos y con mis hermanas para tomar determinaciones que tienen que ver con el destino y la difusión de su obra (aunque él la donó a la Universidad Nacional Autónoma de México) y con todo lo que dejó pendiente. Aún no me cabe en la mente que él ya no esté. Parece algo imposible.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Sergio (I)


Al filo del mediodía, me habló Ivette por teléfono. Me dijo que Myrna estaba muy preocupada porque Sergio no daba señales de vida en su casa, a pesar de que ahí estaba su coche y alguna ventana permanecía abierta. No se escuchaba música y no se notaba movimiento alguno. Iban a esperar un par de horas más y si todo continuaba igual, entrarían con una llave que el propio Sergio les había proporcionado. A las tres de la tarde, Ivette me volvió a llamar con la voz quebrada por el llanto. Habían encontrado el cuerpo de nuestro hermano, tirado bocabajo en su recámara. Al parecer había sufrido un infarto y por los indicios, era posible que llevara uno o dos días de haber fallecido.
Me quedé pasmado, con la misma horrible sensación que tuve cuando, el 26 de abril de 2008, la propia Ivette me llamó para decirme que nuestro otro hermano, Jorge, había amanecido muerto en su cama. Yo había quedado de ir a ver esta tarde a mi mamá y convine con Ivette en que iría de todos modos y para no trastornarla (tiene ochenta y ocho años y no sabíamos cómo podría reaccionar al saber que acababa de perder a otro hijo), nada le diría aún sobre Sergio. Así lo hice y estuve con mi madre, quien pasó el rato muy contenta y despreocupada. En mis adentros, yo me moría de dolor y preocupación. Al salir de ahí, pasé a la casa de Rosa, donde me quedé un rato, a la espera de que Ivette me recogiera en su carro. Para entonces, ya habían arreglado los trámites del velorio y ya habían avisado a los hijos de Sergio sobre el fallecimiento de su papá.
Alain me acompañó y a las ocho de la noche llegamos al lugar donde lo velaríamos, situado paradójicamente en la colonia Sección XVI, a una cuadra de donde fuera el Foro Tlalpan, el legendario lugar fundado por Sergio en los años ochenta como cine club y como lugar de música y donde se iniciaron tantos músicos independientes, como Jaime López, Roberto González, Nina Galindo y Rockdrigo, entre muchos más. Aún éramos muy pocos. Al ver el ataúd, cerrado, me fue imposible creer que dentro del mismo se encontrara el cadáver de mi hermano Sergio. ¿Cómo concebir que ahí reposara alguien que no se daba punto de reposo y que siempre estaba activo y lleno de proyectos? Era pasmante. Varios arreglos florales (uno con una banda que rezaba “Un toke de roc”, el título de su película más conocida) y una foto muy hermosa de su rostro, con su clásica boina y su proverbial sonrisa, daban fe de quién estaba ahí. Esa noche sólo acudieron algunas amistades y parientes, pocos en verdad. Sus hijos venían en camino desde Guanajuato y San Luis Potosí. El dilema era si debíamos o no informarle a mi mamá sobre lo sucedido. Decidimos hacerlo al día siguiente, muy temprano, antes de que alguien pudiese llamarla para darle el pésame.

sábado, 18 de septiembre de 2010

¡Viva México, cabrones!*


Un conocido me confesó hace un par de días que le gusta manifestarse como mexicano mientras se bebe una botella de tequila, escucha a José Alfredo Jiménez y grita “¡Viva México, cabrones!”. No me lo dijo en forma irónica, sino con toda la sinceridad del mundo. Esa es su manera de sentirse patriótico, así sea una vez al año, cada 15 de septiembre y especialmente en este Bicentenario del Grito de Dolores.
De hecho, hay millones de compatriotas para quienes ser mexicano se resume en esa frase retadora, al mismo tiempo agresiva y defensiva: “¡Viva México, cabrones!”, con su variante menos violenta pero igualmente chauvinista de “Como México no hay dos”.
Educados por el “Mexicanos al grito de guerra” y por una visión distorsionada y falseada de la historia que nos viene de los liberales del siglo XIX (sabemos que la historia la escriben siempre los vencedores), los mexicanos crecemos con la idea patriotera (y no patriótica) de que todo lo extranjero es nefasto y que debemos estar siempre alertas ante los embates de ese ente malévolo que es el extraño enemigo, ese masiosare (muchos ni siquiera reparan en que el himno nacional dice “mas si osare”, es decir, “pero si se atreviera”) que nos hace estar en constante actitud de auto protección paranoica y explica en buena parte nuestra vocación por aislarnos del resto del mundo.
“¡Viva México, cabrones!”, gritamos cada septiembre (o cada vez que juega la selección mexicana de fut) y con ello saldamos nuestro compromiso con esa entidad vaga e imprecisa que llamamos Patria. No importa que poco o nada sepamos sobre nuestra cultura, nuestra literatura, nuestras artes plásticas, nuestra música, nuestra diversidad étnica, lingüística, gastronómica, geográfica. La ignorancia sobre lo que verdaderamente es este país (formado en realidad por muchos países) la suplimos con un grito, una botella de tequila y una canción ranchera.
“¡Viva México, cabrones!”… y así hasta el infinito, por los siglos de los siglos.

*Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Un poema gótico


A la noche

Así que has vuelto, vieja Noche de alas negras,
como un pájaro inmenso entre nosotros y el sol.
Ocultas, con tus desplegadas formas, la tersa luz
e inmóvil, bajo el plumaje pardo y nebuloso de tu pecho
helado, fomentas una plaga henchida de bruma
y embrionarias tormentas y hurañas escarchas que eluden
la caricia templada del día. Los búhos, desde el anillo de hiedra,
lanzan su clamoroso homenaje: al cernirte en lo alto,
como córvido sable que detiene su ansioso descenso,
del oscuro mundo sacias tu mirada opaca
y aguardas en silencio el mortal alarido del instante postrero,
cuando abandones tu nido en el firmamento
para apresar al mundo con tu garra vehemente
y enterrar tiempo, muerte y sustancia en tu buche abismal.

Thomas Lovell Beddoes (1803-1849)

jueves, 16 de septiembre de 2010

Entre el Coloso y la Maldita


Anoche vi en la tele parte de las celebraciones por el Bicentenario, incluidos el Grito y los conciertos de diferentes músicas en los templetes de Paseo de la Reforma. Todo de pena ajena: las narraciones de los comentaristas televisivos, la inmensa estatua del Coloso (¿qué onda con ese monote, a quién se le ocurrió?) y las actuaciones de Zoé, Maldita Vecindad, Paulina Rubio, etcétera. Le apagué y me puse a leer Noticias del imperio de Fernando del Paso. Nada mejor que esa lectura para olvidar las ridiculeces de las celebraciones bicentenarias. Hoy, por supuesto, ni se me ocurrió ponerle al desfile.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Treinta y dos


Los años que hoy cumple una de las mujeres más amadas y trascendentes de mi vida. No puedo escribir su nombre porque le choca que la ventile, pero ella sabe cuánto la quiero y cuánto me importa. Felicidades, queridísima. Abrazo y beso, ya festejaremos.

martes, 14 de septiembre de 2010

La mosca que soñaba que era un águila


Había una vez una Mosca que todas las noches soñaba que era un Águila y que se encontraba volando por los Alpes y por los Andes.
En los primeros momentos esto la volvía loca de felicidad; pero pasado un tiempo le causaba una sensación de angustia, pues hallaba las alas demasiado grandes, el cuerpo demasiado pesado, el pico demasiado duro y las garras demasiado fuertes; bueno, que todo ese gran aparato le impedía posarse a gusto sobre los ricos pasteles o sobre las inmundicias humanas, así como sufrir a conciencia dándose topes contra los vidrios de su cuarto.
En realidad no quería andar en las grandes alturas, o en los espacios libres, ni mucho menos.
Pero cuando volvía en sí lamentaba con toda el alma no ser un Águila para remontar montañas, y se sentía tristísima de ser una Mosca, y por eso volaba tanto, y estaba tan inquieta, y daba tantas vueltas, hasta que lentamente, por la noche, volvía a poner las sienes en la almohada.

Augusto Monterroso

lunes, 13 de septiembre de 2010

La nueva lectura


Pertenezco a una generación para la cual la lectura era algo más o menos común. En una época en la que no había internet , computadoras personales o juegos de video y en la que el libro era accesible y relativamente barato, leer resultaba una actividad lúdica, instructiva, enriquecedora, divertida para muchos de nosotros.
A lo largo de los años pude formar una biblioteca con cientos de volúmenes que hoy llenan todo un muro de mi sala comedor y partes de mi recámara. Mis hijos crecieron rodeados de libros y, no obstante, a sus veintitantos años, no tienen el hábito de la lectura que yo tenía a su edad y desde mi adolescencia. Sin embargo, ellos no son una excepción. De hecho, su generación y las que le siguen (aunque los treintañeros tampoco se salvan) no suelen tener en sus manos un libro y mucho menos leerlo con devoción. Son otros tiempos, aunque a uno le cueste trabajo aceptarlo. Leo en el sitio PopMatters un artículo interesantísimo de Jim Collins ("Bring on the Books for Everyone: How Literary Culture Became Popular Culture") sobre cómo hoy la experiencia de la lectura es diferente y ya no se limita a la relación autor-libro-lector, sino que se ha ampliado debido al surgimiento de las nuevas tecnologías y a la interrelación que hay entre la literatura y otras disciplinas y el libro y otros medios. Así, por ejemplo, la influencia del cine y la televisión resulta determinante para despertar el interés en la lectura entre los jóvenes actuales o incluso entre ese sector que no pertenece a las élites cultas y sin embargo gusta de leer; pero también influyen en ello la internet, las redes sociales y artefactos como el Kindle de Amazon.
Collins pone el ejemplo de El paciente inglés de Michael Ondaatje que es una gran novela, pero se convirtió en una lectura masiva a partir de su adaptación cinematográfica y de la fama que le otorgó ganar nueve premios Óscar en 1996. Incluso fue parte de un episodio televisivo en Seinfeld y los lectores de la cursilísima revista rosa Romance Times la eligieron como la mejor película romántica de la década pasada. Todo ello se sumó para que la novela tuviera millones de lectores en el mundo.
La experiencia de la lectura literaria se ha transformado aún más a partir de entonces. Todo ha cambiado: cómo se lee, dónde se lee y qué se lee. En diversos sentidos, el hecho de leer libros ha dejado de ser una cuestión personal y solitaria y en muchas partes del mundo abundan los clubes de lectura, los blogs y los chats virtuales en los cuales se intercambian puntos de vista acerca de determinada obra.
Para los escritores tiene que haber un cambio, una adaptación a las nuevas circunstancias. Esto ya lo entiende gente como Nick Hornby, Zadie Smith o Alan Hollinghurst. ¿Cómo se adaptarán los autores de países como México para llegar a un público más acostumbrado a la computadora, el iPod o el iPad que al libro en sí? Algunos dirán con desdén que no les interesa ese público, pero el peso de la realidad los forzará a asumir que, como dijo Bob Dylan a principios de los años sesenta del siglo pasado, los tiempos están cambiando... y de manera muy acelerada.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Un símbolo


Es una imagen excepcional, conmovedora, una perfecta obra gráfica de Manuel Andrade, Pajarito, con quien la Universidad Nacional Autónoma de México tiene una deuda que va más allá de lo moral y que debería traducirse en una pensión vitalicia o al menos en una vivienda, ya que el buen hombre sobrevive muy precariamente, en un cuartucho de azotea. La esencia y el espíritu de los Pumas se llevan por siempre, pero se tienen que honrar.

sábado, 11 de septiembre de 2010

189 años de independencia*


Porque eso es lo que va desde la entrada del Ejército Trigarante a la entonces llamada Ciudad de México, hoy Distrito Federal. Era el 27 de septiembre de 1821 y con ello se daba la consumación de la guerra de Independencia, lo que nos situaba (para no decir, en horrendo español tecnocrático, “nos posicionaba”) como una nación políticamente libre. Es decir: somos un país soberano desde hace ciento ochenta y nueve años, por lo que en sentido estricto tendríamos que celebrar nuestra independencia dentro de once años, en 2021, cuando el presidente de la república no sea el actual o el que lo suceda, sino el que le siga a éste y quien estará a la mitad de su mandato, en el sexenio 2018-2024.
Pero bueno, la cosa es festejar en fechas cabalísticas y los años cero lo son. Por eso también se conmemora el centenario de la Revolución, aunque el triunfo de la misma (si es que alguna vez se produjo) podría colocarse en 1917, con la promulgación de la Constitución Política, o en 1929, con el establecimiento del Partido Nacional Revolucionario (lo cual nos daría un Centenario de 93 o de 81 años).
Lo más grave, sin embargo, no es esta confusión de fechas, sino el hecho de que ya estamos en septiembre, 2010 casi se nos fue y se ha echado por la borda la oportunidad de aprovechar esta cosa del Bicentenario para hacer un verdadero examen de conciencia sobre lo que hemos sido como Nación, lo que hoy somos y hacia dónde vamos. En lugar de ceremonias como de escuelita primaria a fin de cursos, debió darse un análisis profundo de nuestra circunstancia como país y no necrofílicos desfiles de osamentas, aburridas mesas redondas televisivas que casi nadie ve, solemnes telenovelas con personajes acartonados y demás fuegos de artificio.
Pronto llegará 2011 y el Bicentenario quedará en el olvido. Algo que quizá sea lo ideal para nuestra actual clase política, tan poco dada a la memoria.
En fin, esperemos a ver qué sorpresa (Alonso Lujambio dixit) nos tiene deparada la ceremonia del Grito del próximo miércoles.

*Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Horror en el metrobús


... y no me refiero a los asaltos, a los manoseos, al calor sofocante o a los apretujones inenarrables que se dan en las llamadas horas pico. El verdadero horror metrobusero está en esos carros que llevan televisión y que trasmiten cosas verdaderamente infames. Desde videos "chistosos" (bloopers, les dicen) hasta clips de "artistas" como Paulina Rubio, Belinda, Enrique Iglesias y multitud de reggaetoneros y raperos. No es que me entre el prurito de educador del pueblo y pida que en esas pantallas pasen la Telesecundaria, pero sí se podría dejar de menospreciar a quienes usamos ese medio de transporte y poner cosas no tan estúpidas y con un volumen un poco más bajo. Canal 11 y Canal 22 podrían prestar material inteligente y entretenido, por ejemplo. Digo, ya que los perredistas presumen de su apoyo a la cultura (ajá) y ya que el del Distrito Federal es un gobierno perredista, como que sería más congruente eso, en lugar de someternos a los berridos de la Chica Dorada. Que no jodan.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Los crímenes de Oxford


No había escuchado hablar de esta película filmada por Alex de la Iglesia en Inglaterra. Basada en la novela homónima del escritor español Guillermo Martínez, The Oxford Murders (2008) está excelentemente filmada, las actuaciones son muy buenas, la fotografía estupenda, pero... todo lo que en la forma es casi perfecto, en la narrativa resulta pesado, lento, enredado, confuso, con una trama en la cual las matemáticas juegan un papel demasiado importante y demasiado enmarañado. El suspenso nunca termina por cuajar y lo que debía ser una cinta de misterio a lo Alfred Hitchcock acaba como una historia más bien tediosa. Nada que ver con maravillas de De la Iglesia como Acción mutante o El día de la bestia. Actúan Elijah Wood, John Hurt, Anna Massey y la guapísima y muy cachonda Leonor Watling. A final de cuentas, un filme que puede verse; pero si no lo hacen, tampoco se pierden de gran cosa.

martes, 7 de septiembre de 2010

Inundado


Si hace unos días me angustiaba por la falta de agua en mi casa (la bomba del edificio se averió y estuvimos una semana y media sin -como dice el lugar común- el vital líquido), ahora me doy de topes porque hay una fuga en mi cocina y ésta se inunda lenta pero inexorablemente. Tengo las manos adoloridas de tanto exprimir jergas y como este mes no he cobrado aún, no puedo llamar al plomero para que repare el desperfecto (supongo que una de las viejas cañerías del departamento se tronó o se abrió o qué sé yo). Ni siquiera al cerrar la llave de paso deja de filtrarse el agua. En fin, me vi imposibilitado de salir de aquí y debí cancelar el programa de radio de hoy (una ausencia de cuatro o cinco horas habría significado que el charco llegara hasta la sala).

lunes, 6 de septiembre de 2010

Sita Sings the Blues


Me la recomendó mi amiga Sahile y me mandó el link. Debo confesar que tardé en verla completa. De hecho, lo hice apenas hoy que me visitó Denisse y la vimos juntos. Nos encantó. Es una maravilla. Una cinta animada tremendamente ingeniosa, innovadora, bellísima, con un sentido del humor fantástico. Basada en el Ramayana y dirigida por la realizadora estadounidense Nina Paley (quien además hizo el guión, produjo e hizo mil cosas más), Sita Sings the Blues es una cinta que hay que ver y que se puede disfrutar completa en YouTube. Existe una versión sin subtítulos que se ve muy bien, con los colores en toda su espléndida vivacidad, y existe también una versión con subtítulos en español un poco menos diáfana, pero que permite entender a la perfección los ingeniosísimos diálogos (en especial los de las tres sombras narradoras). Yo recomiendo ver primero la versión subtitulada y después la otra, para disfrutar la propuesta plástica del filme a plenitud. Mención aparte merece la música, tanto la instrumental (una mezcla de canciones hindúes con electrónica) como las canciones grabadas por la olvidada cantante Annette Hanshaw a fines de los años veinte. Búsquenla, véanla y si tienen forma de conseguir el DVD, pues tanto mejor. Porque dudo mucho que alguna vez sea exhibida en cines.

domingo, 5 de septiembre de 2010

I.Sat


De unas semanas a la fecha, he venido siguiendo un canal de cable llamado I.Sat (Imagen Satelital). Su propuesta es por demás interesante. La señal nació en Argentina, siempre con un sello vanguardista, subterráneo, digamos que era un canal alternativo, una emisora indie. Debido a su éxito, fue adquirido por la trasnacional Time Warner, pero su estilo fue respetado y hoy se puede ver por el 243 de Cablevisión. Cortometrajes, cine independiente de todo el mundo, cine asiático, series de comedia como Arrested Development o The Office, animaciones y hasta un curioso programa de comedia hecho en Israel: Loaded. Échenle un ojo a este canal, seguro no se arrepentirán.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Las travesuras de Germán Dehesa*


En alguna época fui lector frecuente de Germán Dehesa. Luego le perdí un poco la pista a sus textos, pero solía verlo a últimas fechas, al lado de José Ramón Fernández, en Los capitanes de ESPN. Me gustaba su sentido del humor y aunque de pronto pecaba de políticamente correcto, sus ocurrencias eran más bien traviesas e irreverentes, algo que siempre se agradece.
Su muerte parece demasiado prematura. Sólo tenía sesenta y seis años de edad y un enorme afán por seguir viviendo, lo cual hace más dolorosa su partida. Dentro de todos los males, el cáncer que terminó por llevárselo no fue tan agresivo y según me entero, no padeció grandes dolores y falleció con cierta paz, en su sillón favorito, rodeado por sus seres queridos.
La muerte de Dehesa se suma a la de Carlos Monsiváis, dos escritores y agudos observadores de la realidad nacional, quienes con estilos distintos tuvieron como denominador común su ironía y su manejo del lenguaje. Ambos fueron también figuras públicas de marcada popularidad, algo poco usual para los intelectuales.
Sin embargo, Dehesa fue más abierto en su crítica a los políticos mexicanos y su prosa en ese sentido tenía una gracia de la que carecía Monsiváis, más dado al fárrago escritural, a la complicación sintáctica y a la parcialidad partidista.
Mi mayor identificación con don Germán, sin embargo, va por el lado futbolero de las cosas: su amor por los Pumas de la Universidad es algo que comparto por completo.
Dicen los amantes de las frases hechas que Germán Dehesa nos va a hacer mucha falta. Yo creo que la gente buena, crítica y con humor siempre hace falta y que es lamentable que se vaya tan pronto. De hecho, me habría encantado leer lo que hubiese escrito sobre la presunta censura de TV Azteca al programa Shalalá en el que iba a aparecer Andrés Manuel López Obrador (quien alguna vez pidió a los suyos que no leyeran a Dehesa). Posiblemente hubiera dicho algo así como “Anden, brutos, pónganle más alas al Peje”.
Buen viaje, Germán (dice Denisse).

*Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Oral


Woody Allen es un genio no sólo del cine sino de la palabra escrita y sus sentencias son siempre ingeniosas, precisas y de una ironía sublime. Dígalo si no la siguiente frase: "Es curioso que se le denomine sexo oral a la practica sexual en la que menos se puede hablar". Contundente.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Mi otro yo


El maestro Froylán López Narváez me invitó a su programa Mi otro yo que se transmite los lunes a las nueve y media de la noche, por las muy respetables frecuencias de Radio Educación (1060 de AM). Fue una invitación muy grata que acepté gustoso y hoy como a las dos de la tarde grabamos la emisión en un estudio de la legendaria estación radiofónica. Todo estuvo perfecto: la entrevista (que versó sobre mi vida y mi trayectoria como escritor, periodista y músico), el ambiente y el gran trato que me dieron, tanto don Froylán (enorme periodista y catedrático universitario) como su equipo (entre ellos su hijo Hugo). Me permitieron que programara la música y llevé seis canciones variadas. Al parecer, se trasmitirá el lunes 6 o el lunes 13 de este mes, pero no lo sé aún. En cuanto tenga el dato, aviso. Al final, el maestro López Narváez me regaló un ejemplar dedicado de su libro Charlas de café con Álvaro Obregón (Grijalbo, 2009) y su hijo nos tomó una foto que espero me haga llegar, je.
Ya en la tardecita, me lancé a Coyoacán para comer con Denisse (en una tortería cercana a su casa). Estuvo rico. Pasé un lindo rato con ella y me regresé (el retorno fue del demonio, en un metrobús repleto como pocas veces me había tocado).
En la noche vino mi hijo Alain. Íbamos a tener junta sobre el nuevo diseño de La Mosca en la Red y algunos planes inmediatos, pero no hubo quórum y se pospuso para la semana próxima. No obstante, pude platicar un buen rato con mi chaparro.
Un buen jueves a pesar de todo.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

La nueva cara de La Mosca en la Red*


Con el nuevo diseño de La Mosca en la Red, iniciamos una segunda etapa de esta revista en línea, con la idea de ofrecer un mejor servicio a nuestros lectores. Sabemos que aún no es lo óptimo, pero desde hace casi un año hemos trabajado sin descanso y con un presupuesto que no pasa por lo económico, sino por el trabajo voluntario de todos y cada uno de quienes laboramos y colaboramos en el sitio.
Hemos recibido muchas críticas, ya sea sobre el propio diseño, sobre el contenido de los artículos o sobre la orientación de la revista. La comparación con La Mosca en la Pared, es decir, con la publicación impresa que dejó de publicarse en marzo de 2008, parece inevitable y es algo que entendemos. Nosotros, al igual que muchos de ustedes, extrañamos tanto o más a aquel magazine de papel que a lo largo de catorce años voló por los aires para posarse en las manos y ante los ojos de miles y miles de lectores en todo el país.
Era otra época, más próspera y menos difícil. Hoy son otros los tiempos y tenemos que adecuarnos a ellos. Mucha gente nos pide que regresemos a las ediciones impresas, pero ello, sin ser imposible, resulta en estos momentos casi una utopía y, hasta en cierta manera, un despropósito.
Aunque no somos de aquellos que piensan que el final de los diarios, las revistas y los libros es un sino inevitable, estamos conscientes de que la industria editorial sigue atravesando por una crisis mayúscula y que la tendencia para todas las publicaciones, a nivel mundial, es la de transformarse en medios virtuales. Si esto sucederá a mediano plazo con productos multimillonarios como The New York Times o El País, para poner dos ejemplos más que conocidos, es obvio que una publicación tan económicamente modesta como La Mosca no tiene muchas opciones.
Internet es incomparablemente más barato (en cambio, los gastos en papel y en impresión son grandísimos y no garantizan que se recupere la inversión); va mucho más acorde con la protección del ambiente (no es necesario masacrar árboles para producir una revista en línea); llega a un número de personas inmensamente mayor y puede hacerlo a nivel global (algo que no ocurre con una edición de, digamos, treinta mil ejemplares impresos); ofrece instrumentos que lo pueden hacer más atractivo (desde videos y podcasts, hasta foros de discusión en directo y un contacto inmediato con los colaboradores por medio de las redes sociales). Aferrarse al papel es muy romántico, sí, pero si miramos hacia adelante, el rumbo nos señala hacia un futuro virtual.
En lo personal, debo decir que en estos más de once meses que llevo de trabajar con La Mosca en la Red, han sido muchas las satisfacciones y realmente nulas las desventuras. Encuentro fascinante al mundo virtual y sus posibilidades prácticamente infinitas. Trato de no aferrarme al pasado y, gracias a ello, descubro a diario nuevas ideas, nuevas formas de hacer las cosas, lo que se traduce en nuevos proyectos que se irán cristalizando conforme el sitio vaya creciendo y sea autosustentable.
Cierto, por ahora carecemos de capital y debido a ello no hemos podido atraer a algunos antiguos colaboradores moscosos. Sin embargo, miembros de la vieja guardia como Eusebio Ruvalcaba, Sergio Monsalvo, David Cortés, Fedro Carlos Guillén, Jairo Calixto Albarrán, Miguel Cane, Rafael Tonatiuh, José Quintero, Margarita Cerviño, José Manuel Aguilera, el Sr. González, Paul Medrano, el Capitán Pijama y otros más que se me escapan y que en algún momento estuvieron en La Mosca en la Pared, han aceptado colaborar en forma desinteresada y sin cobrar temporalmente un solo centavo. Lo mismo puedo decir de otros muchos que se han sumado con gusto y generosidad para trabajar con nosotros.
Únicamente de ese modo hemos logrado sobrevivir y avanzar paso a paso, lo que se puede comprobar con el crecimiento constante del número de lectores que a diario entran a nuestras páginas.
No nos queda sino agradecer a todos, a colaboradores y lectores, por estos casi doce meses de vida de la Mosquita en internet. Estamos empezando a dar el segundo paso apenas. No es el último, por cierto. Pronto habrá nuevos cambios en la forma pero también en los contenidos y eso hará de La Mosca en la Red un sitio más atractivo. Queremos ser un referente, como ya lo fuimos alguna vez. En eso estamos empeñados.

*Publicado originalmente en la sección "Ojo de Mosca" de La Mosca en la Red.